domingo, 5 de julio de 2009

La Influencia de Feliciano Carvallo


¿Que se puede decir de Feliciano Carvallo que no se haya dicho antes?
En lo que concierne al otro sentido que una vez Francisco Da Antonio le confiere al “reinado” del artista, como rey de nuestra pintura ingenua, es también acertado y justo. Porque Feliciano Carvallo es el mas conocido, el mas apreciado, el mas prestigioso, el mejor cotizado, el que se vende mas, el que gusta mas, el mas imitado, el mas falsificado, el de mayor proyección internacional, el que ha obtenido y recibido mas elogios, el mas comentado, el mas reproducido, el que cuenta con mas referencias bibliográficas y hemerográficas, el que esta mejor representado en colecciones de museos y de instituciones públicas importantes, etc. También suele ser considerado como el mejor entre nuestros artistas populares e ingenuos. Y se ha llegado a decir, equivocadamente, que el fue el primero de esos artistas, el iniciador del arte ingenuo o popular o naif o como suele decirle: sin escuela
Lo que si estoy seguro que fue el primero en conocerse, difundirse y reconocerse. Y el primero en ser premiado y en obtener el Premio Nacional. Con toda esa larguisima lista de méritos que acabamos de señalar, sobran razones para admitir que Feliciano Carvallo sea el Rey de la Pintura Ingenua en Venezuela, tal como lo afirmó Da Antonio.


Vamos a dejarlo, por ahora, como Rey de la Selva. Ahora se preguntan que el rey de la selva es el león, y que lo sigue siendo. Pero el terrible tigre de Bengala se sabe que también es invencible. Acaso el tigre que reina en el Asia y el león en el África. Ambos son feroces, violentos y crueles. No había fiera capaz de enfrentarlos, hasta que se vieron con el hombre. Tarzán también se hizo el rey de la selva. Acaso se aburrió o le perdieron el respeto, pues terminó lanzando sus gritos de combate en un asilo en Los Ángeles, con una camisa de fuerza, creyéndose en plena jungla africana.
El reino de Feliciano Carvallo y sus selvas, no tienen nada que ver con esas cosas. No es un reino de este mundo. En un mundo otro: el mundo de la imaginación, de los sueños, del arte. En las selvas de Feliciano no hay combates ni violencias. Hasta los tigres y leones parecen tranquilos. Ni siquiera los incendios parecen desgracias. No hay agresión ni tragedia, lo que si abunda es el humor y el lirismo, y sobre todo el amor a la vida.
No podía faltar en la pintura de Feliciano Carvallo un ingrediente como el humor, que es tan importante, permanente y prioritario en su vida cotidiana. No hay manera de conversar con Feliciano sin que cada momento salte el juego, el chiste, la broma, la burla, lo cómico, la risa, el doble sentido, aunque nunca la ironía ni el sarcasmo que comportan ataque y agresión. Desde los títulos que le puso, hace más de cincuenta años, a las obras que presentó en su primera exposición realizada en su casa de Naiquatá, por ejemplo: “La mujer y los loros me muerden”, “la mariposa conforme”, “la rata y su alimento”, “obra muerta con frutas”, “el florero azul”, aquí se siente la presencia del humor de Carvallo.

El Mundo Plástico de Carvallo

Ahora digo yo que lo que impresiona mas en la pintura de Feliciano Carvallo, no es lo que tienen de narrativo ni de temático, ni es tampoco el contenido humorístico de ciertos detalles figurativos, ni la posibilidad de una moraleja que quiere comunicar en su pintura. Lo que impresiona más son los efectos armónicos, dinámicos, vibrantes y animados que provocan las sensaciones visuales en sus colores y formas, siempre combinados en un rico y minucioso juego de filigranas y encajes diminutos y múltiples, variando sus contrastes de color y de dibujo. Es lo puramente visual lo que prevalece. Y es el color lo mas vivo y atractivo que tienen las obras de Carvallo.
Ahora se había afirmado que en estos últimos años Feliciano Carvallo venia abandonando su celebre y ya clásico tema de las selvas, para regresar a las naturalezas muertas y bodegones de etapas anteriores y temas de hace unos 40 años. Pero no ha sido así, Carvallo continua persistiendo en sus selvas tupidas. Aunque también figurar en su taller otros temas y objetos, tales como máscaras, maracas, muñecos, arlequines, platos, bandejas, etc.

Anhelos de Carvallo

Por fortuna no se ha cumplido aun el deseo que en estos últimos años ha venido expresando Feliciano, cada vez mas, de poder retirarse de la pintura, abandonándola definitivamente. Para pasar los años de su vejez descansando del arte y dedicándose a la agricultura, cosa que parece rara, puesto que lo que ocurre con mas frecuencia, que requiera muchos esfuerzos físicos intensos, para dedicarse a descansar pintando y escribiendo poemas. La pintura de Feliciano Carvallo, a veces de una manera directa y otras veces indirecta, y sin que el artista se lo hubiese propuesto.
Logró ampliar y modificar notablemente el marco de las relaciones artísticas establecidas en Venezuela. Por una parte, hay que tomar en cuenta la vastísima influencia que la pintura de Carvallo ejerció sobre muchos artistas populares, cuyos trabajos, a su vez incidieron sobre otros y sobre un público aficionado amplio. Todo esto actuaba y continúa actuando sobre los gustos artísticos de la sociedad, sobre la sensibilidad común, sobre todo, las concepciones estéticas que prevalecían en el país. Las consecuencias de estos significaron un cambio y una apertura en el arte nacional.
En virtud de la ejemplaridad y de la lógica que esas significaciones compartidas, la pintura de Feliciano Carvallo contribuyó a impulsar el proceso de cambios culturales que están ocurriendo en Venezuela.

Carvallo Hacedor de Cosas

Seguramente nunca pensó aquel modesto artesano que fue el joven Feliciano Carvallo en los años anteriores la fundación del Taller Libre de Arte de Caracas, que su pintura algún día habría de tener una acogida tan amplia y suscita tan vastas consecuencias. Pero no seria tan razonable imputar todas esas consecuencias a la sola voluntad del artista y por los efectos directo de su propio trabajo. Otras circunstancias, ajenas al pintor, intervinieron decisivamente en el asunto.
Si la obra pictórica de Feliciano Carvallo se hubiese realizado en la época del viejo puerto de Naiguatá, en los tiempos de su padre o de su abuelo, allí se habría quedado sepultada para siempre en el anonimato y posiblemente condenada a la inmediata desaparición, como ocurrió con los otros artistas populares de Naiguatá que antecedieron a Carvallo (incluyendo a Ciriaco Iriarte), así como de otros pintores de la provincia y también de Caracas, de esa misma época.
Afortunadamente para el pintor y para el país, los criterios artísticos cambiaron de una manera acelerada y considerable, gracias a la acción confluente de varios factores nacionales e internacionales diversos, de tal modo que ya la pintura de Carvallo no podía pasar inadvertida ni menospreciada.

Uno de los factores fundamentales que determinaron ese cambio de criterio artístico al cual me refiero fue el del ascenso del populismo como ideología dirigente en todos los países de la región latinoamericana. La difusión masiva y penetrante de la prédica populista, liderizada por el partido Acción Democrática compartida por los demás partidos, sin obviar el refuerzo de la contagiosa vecindad.

El Arte Ingenuo en esa época

En los años 40, el populismo venia madurándose en Venezuela. Y en las artes había precedido el éxito sobre todo literario y el costumbrismo con sus matices de nativismo, de pintoresquismo y de criollismo. Antes de la aparición de Feliciano Carvallo ya se había desarrollado el movimiento nacionalista de la música sinfónica y coral que rescataba las tradiciones populares venezolanas. Movimiento que encabezó el maestro Vicente Emilio Sojo, al frente de la Academia Superior de música, de la Orquesta Sinfónica de Venezuela y del Orfeón Lamas, secundado por Plaza, Calcaño, Lauro, Carreño, etc. hasta culminar en la famosa Cantata Criolla de Florentino y El Diablo del maestro Arvelo Torrealba, interpretada magistralmente por Antonio Estévez, sin olvidar la gran popularidad del poeta Andrés Eloy Blanco y de Aquiles Nazoa. Todo eso fue preparando el ambiente para la pintura de Feliciano Carvallo. El pueblo, sus artes, su cultura, su ambiente, y fueron tomando como motivos de interés y reivindicados por todas las artes, a partir de Francisco Narváez y luego por los realistas Rengifo, Poleo, León Castro, Bracho, y por el fascismo indigenista de Pero Centeno Vallenilla o el folklorismo ilustrativo y nativista de Carlos Cruz Diez. No faltaran los fotógrafos como Alfredo Boulton, o los arquitectos Carlos Raúl Villanueva, Fruto vivas. De allí se paso al estudio y le rescate antropológico de la cultura popular con Gilberto Antolinez, Miguel Acosta Saignes, a los bailarines, como Abilio Reyes que se iban a los campos y a las aldeas para trabajar con los campesinos en sus fiestas y celebraciones.
En aquel momento de esos grandes años ese proceso lo marcó en forma apoteósica, la celebración de la toma de posesión del presidente para esa época Rómulo Gallegos, donde se presentó el gran festival Nacional de Música y Danzas Folklóricas organizado por Juan Liscano, que reveló la riqueza del arte popular venezolano y a partir de ese momento empezamos a ser mas populares, mas venezolanos y mas chauvinistas que antes.
Ahora resulta que lo nacionalista y lo popular que representaba Feliciano Carvallo, es un factor que debe tomarse en cuenta, si se quiere entender porque se comenzó a buscar la calidad artística que poseían los pinturas y las tallas de aquellos creadores populares, porque no se estaban dando una mera coincidencia entre la aparición de Feliciano Carvallo, seguida por Federico Sandoval, Víctor Millán, Esteban Mendoza, Carlos Galindo y otros.

El Descubrimiento

Con Feliciano Carvallo sucedió igual que con el Aduanero Rouseau, que fue “descubierto” por otros artistas cuando ya estos andaban desechando las normas y modelos academicistas del arte y ensayaban nuevas formas de expresión que ampliaron sus criterios y su sensibilidad. Esos artistas fueron los cubistas que transformaron el arte de los años 40 y 50 convirtiendo esa época en revolución artística. Carvallo no escapa a esa forma de vida y ende éxitos desde que su compadre, el también pintor Ailrio Oramas, lo “descubre” en la montaña de Naiguatá, donde humildemente habitaba Feliciano trabajando como arriero, conuquero y hasta ayudante de albañilería. Pero un buen día del año 1947, la fortuna de Feliciano cambió para siempre, pues el pintor Oramas tenía una casita en la montaña de Naiguatá en lo que solía reunirse con amigos poetas, pintores, escritores y amantes de las bellas artes y la literatura. Aquella vez habían “bajado” desde Caracas, con Oramas algunos jóvenes entre los que se encontraban Luís Ramlinson, el pintor Luís Guevara Moreno, el poeta Víctor Alberto Grillet y la escritora cubana Maria Luisa Gómez MENA, los cuales mientras paseaban por el pueblo charlando dieron de frente con un rancho sobre cuya puerta un letrero decía en grandes letras “Feliciano” y en las paredes blancas encaladas había pintadas unas marinas con una frescura y un encanto primitivo que hubieron de llamarle poderosamente la atención, pues era evidente que si la mano que había realizado aquello carecía de la destreza técnica que denuncia al hombre que ha pasado por la disciplina del taller, estaba dirigida, en cambio, por un fino sentimiento de pintor de verdad, verdad. Oramas, como del oficio, comprende en seguida la importancia y el valor de lo que hace el morenito flaco, que sale a recibirlo y le convence de que prepare unos cuadros para exponerlos en Caracas. Además le facilita los medios materiales necesarios para hacerlos (una caja de pintura, unos pinceles y otras cosas). Feliciano empleaba colorantes primitivos como su pintura: azulillo, negro de humo, zumo de hojas de plantas silvestres, tierras rojas, negras, tierra amarilla y cuanto ingrediente manchara de algún color.
También es Oramas quien lo lleva al castillete del pintor Armando Reverón donde estuvo casi seis años haciendo Feliciano e todo un poco. Le prepara los colores al maestro y las telas, le ayuda en la confección de muñecos, le tensa los yute en los soportes, le limpia la cabaña y ganaba 10 bolívares o menos según la venta de los cuadros de Don Armando. Lo que mas recuerda Feliciano son los consejos de Reverón: “Haz lo que te de la real gana muchacho, lo que te de la real gana y pa’adelante pero eso si no copies ni imites a nadie. Que lo que tu hagas, bueno o malo, sea tuyo siempre”.
Esta gran lección todavía la recuerda Carvallo y esta más vigente en el que nunca, pues Don Armando como lo llama él, lo encaminó hacia la pintura por siempre, pues pudo fácilmente influenciarse y no lo hizo, pues buscó su propia senda, aunque le gustaba su pintura y admiraba al gran maestro de Macuto.

Del Castillete de Macuto a Caracas

Carvallo vuelve a aceptar la invitación de Oramas y esta vez se marcha a Caracas y se presenta en el taller libre de arte, el cual era dirigido por Oramas, en el taller continua su condición de aprendiz y sirviente, encargándose del aseo y de los servicios del estudio, al tiempo que pinta con la idea, idea de hacer una exposición.

La Presentación en Caracas
En marzo de 1949 se pudo hacer por fin la presensación de la pintura de Carvallo e el propio taller y gracias al tesón de Oramas, Carvallo tuvo éxito sorprendente. La crítica elogió al pintor de Naiguatá, como una revelación de un artista nato y distinto a pesar de ser un novel pintor4. Empiezan a comprarle obras. Pero Caracas no le gusta a Carvallo, mucha locura, ruido, No puede pintar así, y vuelve a Naiguatá. Se va a Las Pailas en Maiquetía y luego a Tarma, donde conoce a Urbana Sandoval, su mujer, una niña de trece años que también era pintora con la que se establece por último en el pueblito de Marapa, cerca de Mare Abajo en 1964. Allí nacen sus primeros hijos: La negra, Soledad, Joseito, Martín y Reyes, por cierto a Soledad le encanta la pintura y sigue los pasos de su famoso padre.

Exposiciones Nacionales e Internacionales

En 1955 empieza la gran evidencia de Feliciano. Gastón Dile le organiza una exposición en la Embajada de Francia en Venezuela, envían cuadros al exterior, Francia y Marruecos, Brasil y EEUU.
Los hermanos Jacques y Pierre Denis, dueños de la Galería de Arte Moderno de Caracas, lo promocionan y publican un almanaque con sus obras editado por Shell de Venezuela. Dos años mas tarde Carballo presenta sus cuadros Selva Negra, al salón oficial de Arte Venezolano y gana Mención de Honor. El mismo año envía la obra Palo Encebado al Salón Michelena y gana el premio Antonio Edmundo Monsanto. Peor el triunfo rotundo y espectacular llega el año 1966, en que como dijo antes conquista los tres premios: Premio Nacional de Pintura, con Verano Templado, Premio Armando Reverón como Selva Azul número 2 y Premio Goood Year por su obra Pequeña Selva.
El Premio Nacional no se adjudicó sin fuertes debates entre los miembros del jurado, algunos de la categoría de Manuel Cabré, Elisa Elvira Zuloaga, Mateo Manaure. El día de la entrega de los galardones. Feliciano se puso su traje azul y respondió con un “presente” colegial cuando le llamaban para el suyo; luego en el cementerio, depositó una ofrenda floral en el sepulcro de Reverón, repitiendo, seguramente sin saberlo, el gesto de Michelena sobre la tumba de Cristóbal Rojas.

1 comentario:

  1. Hola Andul, como estás? Te saluda Francisco Marín.

    Te escribo para comentarte que mi padre (ya fallecido y que en paz descanse) era muy amigo del maestro Feliciano Carvallo y yo apenas recuerdo estar al lado del Sr Feleciano y gracias a tu blog vuelvo saber de él. Te pregunto: Que posibilidad existe que me des la dirección del maestro para un reencuentro. Me puedes ubicar en mi gmail: pancho.fmarin@gmail.com o en el (0414) 287.0463. Si estás en contacto directo con el maestro pr favor dile que el hijo de Francisco Marín quiere verlo.

    Gracias.

    ATTE.
    Francisco Marín

    ResponderEliminar